jueves, 20 de agosto de 2009

ENEMIGO A LA PUERTA

LAS BASES MILITARES DE LOS EE. UU.
LUIS BRITTO GARCIA

Estados Unidos no puede ocupar militarmente toda América Latina y el Caribe. Su ejército cuenta con dos millones de efectivos; los nuestros apenas con millón y medio. Para ocuparnos debería movilizar un número equivalente, descuidando teatros de operaciones vitales o reclutándolos. Ambas operaciones son logística y económicamente inviables. También plantearían inmanejables problemas de control social y contrainsurgencia.
El Imperio mantiene su hegemonía mediante la presión sobre los gobiernos cómplices, la penetración cultural que la presenta como deseable y las bases que facilitan la intervención militar. Como dijo Bush en 2002 al formular la nueva Estrategia de Seguridad Nacional: “Estados Unidos necesitará bases y estaciones dentro y más allá de Europa Occidental y el noreste de Asia, como así también arreglos de acceso temporal para el despliegue de las fuerzas de Estados Unidos a gran distancia” (Bush 2002).
La ocupación militar del mundo
Estados Unidos ocupa en propiedad o en alquiler 6.000 bases militares en su territorio y 872 fuera de él. Éstas alojaban 253.288 soldados, un número equivalente de familiares y personal de apoyo y 44.446 extranjeros contratados, y constaban de 44.870 cuarteles, hospitales, depósitos y otras estructuras de su propiedad, y 4.844 en arrendamiento.
Decisiones soberanas cerraron algunas: por los acuerdos sobre el canal de Panamá, el Imperio desocupó la base Howard en 1999; Brasil le negó la proyectada base de Alcántara en Maranhao, y Rafael Correa les ordenó desalojar la base de Manta en Ecuador. Pero restan al Comando Sur las bases de Guantánamo en Cuba, Vieques en Puerto Rico, Soto Cano en Honduras, Comalapa en El Salvador, y en Perú las de Iquitos, que domina la Amazonia, así como las de Santa Lucía Huallaga, Santa Lucía y Palmapampa. Otra base de Estados Unidos funciona en Paraguay: los soldados ocupantes disfrutan de impunidad para violar las leyes paraguayas.
El Comando Sur opera asimismo 17 bases terrestres de radares: cuatro en Colombia, tres en Perú, y varias móviles o de ubicación secreta en los Andes y el Caribe.
Bases contra Latinoamérica
A principios del Tercer Milenio, Estados Unidos instala las bases aéreas Reina Beatriz en Aruba y Hato Rey en Curazao, como respuesta a la negativa de Chávez a permitir la instalación de bases y los sobrevuelos en Venezuela. En Colombia, donde avanza una intervención militar masiva, ya funcionaban la base aérea Las Tres Esquinas y la de de Larandia: aeronaves militares estadounidenses operan en los aeropuertos de Aplay, Melgar, Cali, El Dorado, Palanquero, Medellín, Barranquilla y Cartagena.
Desde una de ellas, y apoyado con tecnología y personal estadounidenses, lanza Colombia su ataque contra Ecuador a principios de 2008. Estados Unidos tiene el total dominio sobre estos enclaves. Así, la agencia EFE en Bogotá informa que “El 22 de abril el embajador de EEUU en Colombia, William Brownfield, se reunió con el ministro colombiano de Defensa, Juan Manuel Santos, y le comunicó que el Departamento de Estado decidió “levantar el veto que desde enero de 2003 aplicaba a la base aérea de Palanquero, en el centro de Colombia, que estaba sancionada desde 1999 cuando aviones que despegaron de allí bombardearon por error un pueblo y mataron a 18 campesinos”.
Estados Unidos sanciona, impone o levanta vetos a las bases militares en territorio colombiano, y sus soldados son inmunes a las leyes de Colombia. A su collar de enclaves allí añade ahora las bases de Malambo, Palanquero, Apiay, Tumaco, Bahía Málaga, Tolemaida y Fuerte Larandia.
La resurrección de Manta
El Comando Sur obtuvo del régimen entreguista del presidente ecuatoriano Noboa la Base Aérea de Manta en la costa noroeste, que dominaba el Putumayo, extendía la vigilancia aérea por la región andina y proporcionaba inteligencia al ejército colombiano y a los escuadrones de la muerte entrenados y dirigidos por EEUU.
Según Pace, Manta “es la clave para reajustar nuestra zona de responsabilidad (AOR), nuestra arquitectura (el aparato militar) y para extender el alcance de nuestra cobertura aérea de DM y T (Detección, Control y Seguimiento) en las Zonas Fuente (de producción de droga)” (Zibechi 2005).
El presidente Correa ordenó en forma categórica la desocupación de Manta. En su lugar, Estados Unidos proyecta instalar dos más con iguales capacidades en Colombia, una de ellas en Cartagena para las operaciones de la IV Flota del Atlántico.
Medio millón de efectivos
Colombia en 2007 mantiene 459.687 funcionarios en labores de Defensa y Seguridad y gasta anualmente en la guerra 6,5 % de su PIB, unos 22.000 millones de dólares anuales, según Juan Camilo Restrepo y Pedro Medellín (Semanario VOZ, edición 2427, cit. Por Álvaro Angarita: “Crece el gasto militar. Guerra devora el presupuesto”; 27-2-2008 www.geocities.com/vozxcol/voz.pdf).
En 2009, el Departamento de Estado dedicará 520 millones de dólares al Plan Colombia. ¿Alguien puede creer que este formidable despliegue conjunto de la primera potencia militar del mundo y del país más militarizado de América Latina son para derrotar diez mil insurgentes y unos cuantos traficantes? Apunta hacia las reservas de hidrocarburos, de agua y biodiversidad de Venezuela, Ecuador y Brasil.
Bases inútiles
El objetivo mismo define su inutilidad. Ni Colombia ni Estados Unidos pueden dominar exitosamente al desmesurado Brasil y a sus aliados. Buenas para el espionaje, el atentado y la intervención, las bases tienen un límite. Hace más de un siglo que Estados Unidos mantiene enclavada en Cuba la de Guantánamo. Sus marines no salen de ella porque saben que encontrarán la compacta resistencia de un pueblo irreductible.
Difícil es seguir la vía pacífica cuando el adversario elige la violenta. Antes que de las bases de afuera, ocupémonos de organizar la resistencia e inutilizar los enclaves del Imperio en nuestro país. El pueblo armado, nunca será vejado.

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