Desde mi Trinchera
Por Félix Jacinto Bretón
“Tres gotitas de agua clara, cayeron sobre mis pies, la montaña está llorando, porque mataron al Che”
Corría el mes de octubre de 1997. La Habana estaba convertida -para entonces- en un verdadero hervidero humano. Era el día séptimo de ese mes, es decir que estábamos en víspera del 30 aniversario de la caída gloriosa del comandante Ernesto-Che-Guevara en la Quebrada del Yuro, Bolivia, luego de ser capturado por el Ejército, orientado y apoyado por la CIA norteamericana.
Ese aniversario, contrario a los demás, se conmemoraba en un momento muy especial: Los restos del “Guerrillero Heroico” habían sido rescatados –junto a los de otros combatientes- y trasladados a Cuba luego de una espera de 30 largos años.
Pues bien, el autor de esta Trinchera estuvo personalmente en la capital cubana en esos dias “dándole el recibimiento” al Che y a sus compañeros de lucha en Bolivia. Trabajaba, para esos tiempos, en el Listin Diario, en su Redacción de Santiago. Su director lo era el doctor Rafael Molina Morillo.
Tras consultar con Leoncio Peralta, coordinador del matutino en esta ciudad, acudí por ante Molina Morillo para que el periódico me designara “como enviado especial” para cubrir las incidencias de la llegada de los restos del Che. A los varios dias recibí una llamada de Santo Domingo: el viaje había sido autorizado.
Volé, si mal no recuerdo, entre el 5 o 6 de octubre a La Habana. Los restos fueron expuestos en el Memorial Jose Marti, de la Plaza de la Revolución. Pero, como no estaba acreditado como prensa, no pude ingresar como periodista al lugar.
¡Era imposible hacerlo, de todas formas! pues eran millares y millares de cubanos y cubanas, entre adolescentes, niños, jóvenes y adultos, que hacían filas de varios kilómetros (y no exagero para nada) con el objetivo de darle el último adiós al “Comandante del Alba” y a sus demás camaradas.
El 8 de octubre los restos fueron llevados temprano a Santo Clara, ubicada a más de 200 kilómetros de La Habana. A las 7 AM sonaron las sirenas de las fábricas. A esa hora se iniciaba el peregrinaje del Che y los demás guerrilleros. El largo Malecón habanero se cubrió por completo de gente que acudió a darle el último adiós a su Comandante.
Quien escribe tenía muy pocas experiencias andando en la capital cubana pues desde el 1992 –que fue la primera vez que pisé la entrañable y querida isla caribeña- donde más había ido era a Santiago. Con la orientación de algunos compañeros, localicé la terminal de carros y allí encontré a Frank, que “tiraba pasajes” para ese pueblo. Le pagué 40 dólares para que me llevara a Santa Clara en una máquina de los años 50. Temía que no llegáramos a nuestro destino pero que va, hicimos el trayecto sin ningún tipo de problemas.
Llegamos a media mañana, me ubiqué y luego acudí al lugar donde eran expuestos los restos del Che y demás guerrilleros. Ríos de personas acudían, al igual que en La Habana, a rendir homenaje al argentino-cubano y los otros combatientes.
Después vino el acto principal en la explanada del gigante Mausoleo al Che construido por el gobierno donde se congregaron millares de personas de todas las edades. Los principales dirigentes de la Revolución estuvieron allí, encabezados por el Comandante Fidel Castro. Fui testigo de momentos inolvidables de todo un pueblo rindiéndole un apoteósico homenaje a uno de sus más preclaros hijos. ¡Como quería y quiere Cuba al Che!
Desde entonces, he ido tres o cuatro veces a Santa Clara, la llamada “Ciudad del Che” porque allí se fue que se selló el triunfo de la Revolución en 1959 cuando, junto a un grupo de aguerridos combatientes, el Comandante provocó el descarrilamiento del tren blindado de la dictadura que transportaba cientos de armas y varios contingentes de soldados de la tiranía batistiana. Tengo fotos que tomé en el lugar.
Hago este recuento en esta Trinchera de hoy sábado, a propósito de haberse conmemorado -el pasado jueves 8 de octubre- el cuadragésimo-segundo aniversario de la muerte física del Guerrillero Heroico, por lo que muchas actividades han tenido lugar en Cuba y en otros países del planeta, incluida República Dominicana.
Che: Aprendimos a quererte/ desde la histórica altura/ donde el sol de tu bravura/ le puso un cerco a la muerte. Aquí se queda la clara/ la entrañable transparencia/ de tu querida presencia/ Comandante Che Guevara. Tu mano gloriosa y fuerte/ sobre la historia dispara/ cuando todo Santa Clara/ se despierta para verte.
Aquí se queda la clara/ la entrañable transparencia/ de tu querida presencia,/Comandante Che Guevara. Vienes quemando la brisa/ con soles de primavera/ para plantar la bandera/ con la luz de tu sonrisa. Tu amor revolucionario/ te conduce a nueva empresa/ donde esperan la firmeza/ de tu brazo libertario. Seguiremos adelante/ como junto a ti seguimos/ y con Fidel te decimos/ hasta siempre, Comandante.
¡Seguimos en combate!
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