sábado, 5 de diciembre de 2009

CONSEJO LATINOAMERICANO DE IGLESIAS EN EL FORO ACADEMICO LEGALIDAD Y LIBERTAD, PANAMA



Reflexiones del Presidente del Consejo Latinoamericano de Iglesias ante el Foro Académico “El Caso de los Cinco: Legalidad y Justicia”

Quiero expresar mi gratitud a Dios y a los organizadores de este importante Foro Académico relacionado con el debate reflexivo sobre el Caso de los Cinco, ya que me permite reafirmar nuestra convicción, vista desde la óptica de la Fe cristiana y los derechos fundamentales del ser humano.

Es relevante señalar que viéndolo desde la Fe cristiana, consideramos que la Biblia, nuestro libro fundamental para definir las normas de nuestra fe y conducta, proclama en forma diáfana en todo su contenido desde Génesis hasta Apocalipsis –incluso antes de firmarse la Declaración Universal de los Derechos Humanos- la defensa de los derechos de todos los hombres y mujeres en todas las épocas y en todas las naciones, particularmente la de aquellas personas que por diversas razones son excluidas del hacer de la justicia y del respeto a sus derechos.

Basado en esos fundamentos que confluyen entre el sentido bíblico de los derechos humanos y el contenido de la Declaración Universal, hemos definido nuestros pensamientos y acciones en lo relativo a la aplicación de la justicia y el Derecho Internacional Humanitario en diversas esferas y en especial en el Caso de los Cinco.

Y con esta motivación, nosotros en el CLAI consideramos de suma importancia unir nuestros esfuerzos al de otros grupos para trabajar por la liberación de los Cinco, lo cual hicimos notorio desde el 2008 ante nuestras Iglesias miembros, así como otras organizaciones cristianas a nivel regional e internacional, incluyendo el Consejo Mundial de Iglesias y el Consejo Nacional de Iglesias de los EE.UU.
En ese momento resaltamos que había una clara violación de la legislación estadounidense por su propio sistema judicial, un evidente incumplimiento al trato debido a los prisioneros y flagrantes infracciones de los derechos humanos de los Cinco y de sus familiares, quienes se han convertido en las nuevas víctimas de este engorroso proceso judicial.

Como cristianos nos conmovió profundamente que no se aceptara el reclamo de la defensa para respetar el debido proceso, aún cuando un tribunal de apelaciones había concluido que “el proceso de selección del jurado no permitía de manera razonable garantizar un juicio justo”, razón por la cual se pidió un cambio de sede. Esto contradice la enseñanza bíblica contenida en Amós 5:24: “pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo”.

Igualmente nos sensibilizó el irrespeto al trato humano adecuado, ya que en el largo período comprendido entre el arresto de los Cinco y la celebración del juicio, permanecieron 33 meses detenidos sin fianza, después se les confinó por 17 meses en celdas solitarias de castigo, impedidos de todo contacto con sus familiares e incluso con los abogados de su defensa, y además, cuando la Corte de Apelaciones decretó la anulación del juicio y las condenas, permanecieron privados de su libertad, lo que es inadmisible ante los ojos de Dios porque el ser humano es considerado con una dignidad especial, ya que fue creado a su imagen y semejanza, lo cual implica el ejercicio de la libertad y el trato justo verdadero, como afirma el Evangelio de Juan 8:32: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.

Al identificar la política injusta y discriminatoria aplicada a los familiares de los Cinco, que incluye la negación de visas a esposas e hijos, violando la Constitución de los Estados Unidos que prohíbe al Gobierno adopte cualquier medida que interfiera en la unidad del núcleo familiar, para nosotros es lamentable apreciar que dicha violación es doble porque esa Constitución fue formulada bajo principios cristianos y se están vulnerando los preceptos bíblicos que defienden los vínculos apropiados entre los esposos y entre los padres e hijos.

La situación descrita fue una de las motivaciones del CLAI para sumarse al creciente clamor universal y rubricar uno de los 12 Amicus presentados a principios de 2009 para apoyar el proceso de apelación. En nuestra solicitud argumentamos que “el camino ecuménico constituye un peregrinaje complejo y difícil, en el que se levantan como obstáculos imponentes la historia y la tradición, los prejuicios y la soberbia humana. Conscientes de ello y obedeciendo al Evangelio para intentar restaurar, de manera visible y con hechos concretos de testimonio y servicio, la unidad que nos fue dada en Jesucristo, al CLAI le interesa que en aras de mantener y cultivar esa unidad, en casos como este se aplique la justicia en el Reino de Dios de manera imparcial, mediando la solidaridad con el prójimo, alejándose de intereses que estimulen la mediocridad y la mezquindad. Tenemos que ser uno para que el mundo crea, como lo pidió Jesús al Padre (Juan 17:21)”.

Como la Corte Suprema de Justicia de los EE.UU. no escuchó ese clamor mundial y decidió no revisar el Caso, compartimos las valiosas reflexiones expuestas por ilustres representantes que nos han antecedido en la palabra en este magno evento, al identificar que se han cerrado posibilidades de accionar ante los tribunales, pero consideramos que debemos insistir, inspirados en lo que nos dice Eclesiastés 9:10a: “todo lo que te viniera a la mano para hacer hazlo según tus fuerzas”.

Por tanto, nos sentimos comprometidos a poner todo el empeño posible y acudir a las instancias que tengamos que acudir, hasta lograr con la liberación definitiva de los Cinco, que se haga justicia que es uno de los principios fundamentales del Reino de Dios en la Tierra. A partir de las reflexiones de este fructífero día, ha quedado claro que al Presidente de los Estados Unidos se le presenta la oportunidad de utilizar sus facultades constitucionales para propiciar una solución justa y solidaria que restaure la dignidad humana y el estado de derecho, lo que sería congruente con sus convicciones por ser él un declarado practicante de nuestra Fé.

“El Señor ya te ha dicho, Oh hombre,
en qué consiste lo bueno y qué es lo que Él espera de ti:
que hagas justicia, que seas fiel y leal y que obedezcas humildemente”.
Miqueas 6:8

Obispo Julio E. Murray
Presidente del CLAI

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