domingo, 31 de mayo de 2009

APARECE EL VERDADERO OBAMA



Por Carlos Fazio (*)
México.- Barack Obama define el rumbo de su administración. En principio, no habrá cambios. El mito Obama se desinfla. Los primeros meses de su administración están marcados por la restauración de políticas de su antecesor republicano, George W. Bush.
Más allá de la retórica y los pequeños matices, Obama es el más puro continuismo. Como dice Howard Zinn, el nuevo inquilino de la Casa Blanca está imbuido de la misma mentalidad de "misionero belicista" que otros antecesores.
Obama seguirá utilizando la vía militar para intentar conservar la hegemonía del imperio. Peor aún. Para su prioridad, la guerra en Afganistán, nombró al general Stanley McChrystal, un psicópata, reputado como profesional del terrorismo militar.

Entre septiembre de 2003 y agosto de 2008, McChrystal estuvo al mando del equipo de Operaciones Especiales Conjuntas del Pentágono (JSO, por sus siglas en inglés), encargado de ejecutar asesinatos extrajudiciales, torturas sistemáticas, bombardeos de comunidades civiles y misiones de búsqueda y destrucción.
A lo anterior se suma la decisión de Obama de mantener los controvertidos "tribunales militares" secretos contra los prisioneros de guerra del campo de concentración de Guantánamo, acusados de ser "terroristas".
Durante su campaña electoral, cuando se presentaba como el "hombre del cambio", Obama había considerado "defectuoso" ese sistema. Sin embargo, ahora está retrocediendo de manera peligrosa.

Sus críticos consideran que las llamadas "comisiones militares" son usadas para encubrir la tortura y otras atrocidades similares contra la Quinta Enmienda y el debido proceso. Es decir, se trata de un sistema creado con el objetivo de producir condenas.
En ese sentido, la involución de Obama hacia ese mecanismo clave de la "era Bush", que él había condenado y prometido eliminar, vendría a abonar el camino hacia una mayor militarización.
Un dato más que robustece el drástico retroceso de Obama, fue la súbita orden de censurar decenas de nuevas fotografías de torturas aplicadas por militares, elementos de la Agencia Central de Inteligencia y contratistas privados, contra los llamados "combatientes enemigos" recluidos en Guantánamo, Abu Ghraib, en Irak y el archipiélago de cárceles clandestinas de la CIA en más de 40 países del mundo.
Según sus asesores, la difusión de imágenes de militares aplicando torturas a detenidos sospechosos de terrorismo, podría atizar aún más el sentimiento anti-estadounidense en distintas partes del orbe y afectar la seguridad de los soldados del Pentágono.
Con ello, Obama burla sus promesas de campaña a favor de la transparencia y la rendición de cuentas. En rigor, la exposición gráfica de la tortura exhibiría el modus operandi del general McChrystal, quien fue el favorito del vicepresidente Dick Cheney y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, en la administración pasada.
Varios informes oficiales sobre la tortura como técnica de interrogación en distintas prisiones de Afganistán, Irak y Guantánamo, y la divulgación de imágenes, habían exhibido la ilegalidad y la inmoralidad de la "guerra al terrorismo" de Bush.
En particular, fotografías que circularon en la prensa mundial en 2005 y 2006, que exhibían la utilización de perros militares para aterrorizar prisioneros, así como el uso de técnicas para mantener a los detenidos en posiciones estresantes, ajustes y manipulación del sueño, privación sensorial y la desnudez prolongada de los presos.
La desnudez y la tortura sexual, que incluyó la sodomización y violación de detenidos, fueron consideradas incluso en el informe Taguba, redactado por un general del Pentágono, como una muestra de "abusos criminales sádicos, patentes y lascivos".
Entre otros objetivos, dicha técnica perseguía la "humillación" de los prisioneros, así como "renovar" el shock de la captura, minar la dignidad humana y crear un sentido de futilidad que llevara a la fatiga extrema, a la despersonalización y la deshumanización de la víctima.
Las rectificaciones de Obama, presentadas ahora como un "mal necesario" para salvar los "valores" estadounidenses, lo exhiben tal cual es: un militarista. Igual que su secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien reveló su esencia al afirmar en Washington, que en el caso de México en la guerra a los cárteles, se debe "derrotar, desarmar, capturar o matar" a los criminales.
(*) El autor es un reconocido articulista mexicano y colaborador de Prensa Latina.

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