San Juan, Puerto Rico
Después de haber pasado otros diez días de mi vida en Cuba –del 14 al 24 de mayo– comprendí aún mejor las razones por las que el imperialismo estadounidense no quiere que su gente visite o se asocie con la Cuba socialista. Es que asociarse con el pueblo cubano es asociarse con la dignidad humana, y al imperialismo no le conviene que la gente bajo su sistema capitalista se humanice pues se rebelarían contra ese sistema tan antihumano. Cuba está enriquecida por valores humanos, los cuales confligen con los valores materialistas del capitalismo.
Durante esos diez días que pasé con mi esposa y mi hijo menor en Cuba, experimenté la alegría de convivir con un pueblo que practica el verdadero humanismo del hombre y la mujer. Quiero expresar mis más profundas y puertorriqueñísimas gracias por el abrazo tan lleno de cariño que el pueblo cubano nos dio a mi familia y a mí. Gracias al ICAP, gracias a la ACNU, gracias a Cubadisco, gracias al Departamento de Las Américas, gracias a la Embajada de Nicaragua, gracias a la Mesa Redonda, gracias a Radio Rebelde, a los compañeros y los estudiantes de la Escuela Hostos, a Ciro Bianchi Ross y Silvia Mayra Gómez Fariñas del proyecto La Guayabera, a don Elio Pena del Museo de la Revolución. Gracias a Alarcón, Margaritica, Mario, Georgina, Zenaida, doña Lázara, Arleen, Randy, Martínez Pírez, Estrella Morejón, Graciela, Omara, Aurorita, Josefina Toledo. Gracias a Reinier, Castañeda y Rosa María de la Casa Protocolar 19 y a Daniel y Sosa que nos transportaron de un lugar a otro con tanta gentileza y diligencia.
Gracias al pueblo que me honró con su aplauso en la apertura de Cubadisco en el Amadeo Roldán. Gracias a la Misión de Puerto Rico en Cuba y gracias a tantos compañeros y compañeras que nos dieron tanto cariño. Llenaría varias páginas si fuera a mencionarlos a todos; pero aunque no los mencione, los recuerdo.
Como muchos saben, es probable que éste haya sido el último viaje a mi queridísima Cuba. El gobierno estadounidense, que controla las entradas y salidas en Puerto Rico, ha impuesto que para entrar o salir de mi país tengamos que usar su pasaporte. Como nunca he aceptado su ciudadanía (la cual impusieron en Puerto Rico en el 1917, en contra de la voluntad del parlamento y el pueblo puertorriqueño), tampoco acepto su pasaporte. Yo soy puertorriqueño y no tengo por que viajar como estadounidense. ¡O viajo como puertorriqueño o no viajo! Obligarnos a usar su pasaporte es cometer genocidio contra la existencia jurídica internacional del pueblo puertorriqueño.
Hará cerca de un año, me despedí de mi queridísima Cuba, pero los yanquis aplazaron la imposición de obligarnos a usar su pasaporte hasta hoy, 1 de junio de 2009, día en que escribo estas líneas. Para aquella ocasión escribí un poema de despedida que se leyó en el programa Contracorriente, que hice junto a mi hermano Ricardo Alarcón. Para no perder la costumbre, ahora escribí otro poema titulado Mi segunda despedida.
Gracias, Cuba.
No quisiera decirte adiós
pues en ti me siento feliz
y aunque en otras tierras nací
me gusta alumbrarme en tu sol.
Sentir el calor de tu gente
respirar hondo tu historia
llenar de ti mi memoria
tenerte siempre presente.
Tú realzas la humanidad
pones al pueblo primero
lo pones sobre el dinero
protegiendo su dignidad.
Solo los hombres y mujeres
que saben lo que es ser libres
podrían entender el calibre
de una Cuba sin grilletes.
De una Cuba digna de un Martí
de un Céspedes, de un Maceo
de una Cuba digna de un pueblo
que lleva en su alma un mambí.
De una Cuba que la llevo
como estrella en el corazón
saludando su Revolución
al Comandante y su pueblo.
RAFAEL CANCEL MIRANDA
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