domingo, 27 de enero de 2008

Carta de Alfonso Torres Ulloa a George W. Bush

Manicomio Principal.
Santo Domingo, República Dominicana.
manicomioprincipal@hotmail.com


Carta para un Colega


Sr. George W. Bush.
Manicomio General, Washington, D. C.
Estados Unidos de Norteamérica.

Señor Bush:

Estimado Colega, desde el Manicomio Principal de Santo Domingo, le escribo para interceder ante usted, por cinco jóvenes llenos de luces, de valores esenciales, de principios, de amor por la humanidad y por su patria, que hoy se encuentran encarcelados en su dominio.
Ellos pagan una culpa que no deben. Y aunque le parezca paradójico, usted y yo vivimos en la oscuridad de nuestras locuras, pero debemos hacer algo por esos jóvenes que de locos no tienen nada, salvo la del amor inmenso por la vida, la de ellos y la del planeta.
Es bien sabido que el más loco entre los locos tiene algún momento de lucidez, (entre ellos usted y yo, por supuesto) y por tanto yo he tenido el mío al escribir esta cartita de navidad para pedirle a usted que aproveche ese rayito de lucidez que en cualquier momento le puede llegar para que ponga en libertad a Gerardo, Antonio, René, Ramón y Fernando.
Colega, dicen que de poeta y loco, todos tenemos un poco. Bien sé que de poeta usted no tiene nada, aunque de locura está de atar; pero siempre hay esa voluntad para ser solidarios entre colegas. Y aunque usted no lo crea esos muchachos tienen de común con nosotros la locura.
Claro está, y usted debe entenderlo, la locura de ellos es distinta a la suya y quizás a la mía. Gerardo tiene como su afán de locura el humor, el buen humor, además es un loco de remate por el bien de su patria, él es capaz de cualquier locura por defender su revolución, incluso es capaz de quedarse preso toda la vida por esa causa.
Pero igual Antonio, es loco con un verso de Martí; y se desvive en su locura por la historia revolucionaria de su pueblo, desde Gómez y Maceo hasta la firmeza de Elián González, si, ese mismo, el balserito aquel. Y en definitiva es loco de atar por la buena poesía, que vale decir por el amor.
Y así son los cinco, todos locos, locos de amor; se enredan con cualquiera (hasta con el imperialismo) por la dignidad y los principios que encarna su revolución. Y esa locura no es mala (claro no quiero decir que la mía sea mala, aunque en el mundo entero dicen que la suya es perversa y anti-especie, con la locura suya llegan a decir que es capaz de un holocausto planetario).
De todos modos, Colega, quiero solicitar de usted, muy respetuosamente, que aproveche el rayito de lucidez que en cualquier momento le llega para que la atrape y la ate un instante y ordene el cese de la mayor injusticia que en su jaula se ha cometido judicialmente hablando; no es posible violentar por más tiempo los procedimientos y el espíritu mismo de la dama vendada.
Recuerde que ya pronto lo sacan del Manicomio y lo lanzan a las calles texanas a deambular y no es bueno andar con esa imagen de loco sin rayito de lucidez. Yo, como loco manso, quiero que cuando nos juntemos por ahí podamos saludarnos sin pellizcarnos ni darnos malas miradas.
Estimado Colega, si los médicos son solidarios entre ellos, igual los abogados (aunque no los poetas), entonces es normal que los locos, aunque seamos distintos (lo que también es normal) seamos solidarios entre si.

Como queda dicho, ellos con su buena locura, usted y yo con las nuestras (bastante perversa la suya, por desgracia) debemos entender esas cosas y seamos solidarios. Y usted diga, basta ya, no más abusos, no más injusticias, los Cinco con sus locuras para la Isla.
Queda de usted, en ésta su última navidad en el Manicomio Gigante, su muy atento colega,
Alfonso Torres Ulloa
Manicomio Principal de Santo Domingo
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